Una cierva, a la que le faltaba un ojo, pastaba a orillas del mar, con su ojo sano hacia la tierra para observar la posible llegada de cazadores, y dando al mar el lado que carecía del ojo, pues de allí no esperaba ningún peligro.
Pero resulta que una gente navegaba por este lugar, y al ver a la cierva la abatieron con sus dardos. Y la cierva, agonizando, se dijo para sí:
—¡Pobre de mí! Vigilaba la tierra, que creía llena de peligros, y el mar, al que consideraba un refugio, me ha sido mucho más funesto. Moraleja:
No subestimes la valoración de las cosas. Procura ver siempre sus ventajas y desventajas en forma balanceada.
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