En el siglo pasado, un turista de los Estados Unidos visitó al famoso rabino polaco Hofetz Chaim.
Y se quedó asombrado al ver que la casa del rabino consistía sencillamente
en una habitación atestada de libros. El único mobiliario lo constituían una mesa y una banqueta.
«Rabino, ¿dónde están tus muebles?» preguntó el turista.

«¿Dónde están los tuyos?», replicó Hofetz.
«¿Los míos? Pero si yo sólo soy un visitante… Estoy aquí de paso… », dijo el americano.
«Lo mismo que yo», dijo el rabino.

Cuando alguien comienza a vivir más y más profundamente, vive también más sencillamente.
Por desgracia, la vida sencilla no siempre conlleva profundidad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

You May Also Like

Los siete tarros de oro

Al pasar un barbero bajo un árbol embrujado, oyó una voz que…

GANDHI FRENTE A LA IGLESIA

GANDHI FRENTE A LA IGLESIA En su autobiografía, Mohandas Gandhi cuenta que,…

Dientes de león

Un hombre que se sentía orgullosísimo del césped de su jardín se…

LA RESPUESTA

LA RESPUESTA Cierta vez un hombre interrogó al rabino Joshua ben Karechah:…