Nasrudín conversaba con sus amigos en la casa de té y les contaba como había emprendido un largo viaje para encontrar a la mujer perfecta con quién casarse. Les decía: -Viajé a Bagdad, después de un tiempo encontré a una mujer formidable, atenta, inteligente, culta de una gran personalidad. Dijeron sus amigos:
-¿Por qué no te casaste con ella? -No era completa, -respondió Nasrudín-, después fui a El Cairo, allí conocí a otra mujer ciertamente fabulosa; hermosa, sensible, delicada, cariñosa. -¿Por qué no te casaste con ella?, dijeron los amigos. -No era completa -respondió nuevamente Nasrudín-, entonces me fui a Samarcanda allí por fin encontré a las mujer de mis sueños; ingeniosa y creativa, hermosa e inteligente, sensible, culta, delicada y espiritual. -¿Por qué no te casaste con ella? -insistieron sus amigos. -Pues saben por qué, ella también buscaba a un hombre perfecto.