La meditación Presta atención a todo. No existe nada `grande` ni nada `pequeño`. Todo es divino. Puedes hallar a Dios en todas partes. Un discípulo que había estado practicando durante algún tiempo fue a ver a Ikkyu. Llovía, y al entrar, dejó sus zapatos y su paraguas afuera. Después de presentarle sus respetos, Ikkyu le preguntó en qué lado de sus zapatos había dejado su paraguas. Pero, ¿qué tipo de pregunta…? Uno espera que los Maestros pregunten sobre Dios, sobre la elevación kundalini, sobre la apertura de chakras, sobre luces que aparecen en nuestra cabeza. Pero Ikkyu hizo una pregunta muy sencilla. ¿Qué tienen que ver los zapatos y los paraguas con la espiritualidad? Pero hay algo enormemente valioso en ello; la pregunta tiene significado. El discípulo no podía recordar. ¿Quién recuerda dónde puso sus zapatos y sobre el lado en que puso su paraguas? Esto bastó; el discípulo fue rechazado. Ikkyu dijo: `Entonces ve y medita durante siete años más`. `¡Siete años!`, dijo el discípulo. `¿Sólo por esta pequeña falla?`. `Las fallas no son ni grandes ni pequeñas`, dijo Ikkyu. `Aún no vives de modo meditativo, eso es todo`. No hagas ninguna diferencia entre las cosas, que esto es trivial y que esto es muy espiritual. Presta atención, sé cuidadoso, y todo se vuelve espiritual. Si no prestas atención, si no eres cuidadoso, todo se volverá no-espiritual. La espiritualidad es impartida por ti, es tu obsequio al mundo. Cuando un Maestro como Ikkyu toca su paraguas, el paraguas es tan divino como cualquier otra cosa puede serlo. La energía meditativa es alquímica; va transformando lo más bajo en lo más elevado. Pela una naranja como si dirigieras una sinfonía, y estarás más y más cerca. Cuanto más meditativo te hagas, más podrás ver a Dios en todas partes. En la cima suprema, todo es divino. Tómalo con Calma
Vol. 2, pp. 488-491
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