Vestidas como princesas de color rosa y montadas en los tacones de mamá, dibujamos el momento de nuestro primer beso e imaginamos el día de nuestra boda. Con el tiempo cambiamos el vestido rosa pastel por una mini falda y unos “stiletos de moda” mientras afianzamos nuestro ideal amoroso entre Johnny Depp y Robert Pattinson (ja! me proyecte) . Tejemos al amor entre las novelas, los libros y las canciones que cantamos a todo pulmón y suspiramos por la llegada de aquel personaje.
Y entre las fantasias, sueños y las ilusiones, llega la realidad cuando al hombre perfecto lo compartimos con tres mujeres más, o que bien siempre está el que alega su miedo al compromiso.
Entre fracaso y fracaso, nos entregamos a una caja de chocolates y una comedia romántica que nos haga creer de nuevo. Después de ello, recobramos las fuerzas con un par de tequilas y una plática intensa con las amigas del por qué los hombres son así y porque no hasta llorar todo lo que no se habia llorado. Terminamos comprando el lápiz labial que nos dará unos labios más carnosos, un push-up bra de la modelo brasileña con piernas de envidia y le damos una segunda pensada a la cirugía que dicen que sólo duele lo necesario, todo para intentar parecernos más a la de la portada de revista y menos a nosotras.
Pero al final de cuentas seguimos en el mismo punto, cuestionándonos por qué nuestra pareja no se comporta cómo el personaje de la tele y a pensar que a lo mejor nosotros no somos suficientes o bien que todos los hombres son iguales.
¿Serán ellos o seremos nosotras? O a lo mejor algo más profundo ¿será el amor?
El amor no se enseña en los libros o entre las meriendas, lo vemos y percibimos en nuestro entorno, en las parejas más cercanas como nuestros padres o bien, en las ficticias que nos acompañan todas las tardes en nuestro televisor.
Nuestra educación sentimental viene en su mayoría de ahí. De las películas, historias, canciones y fotografías que consumimos a diario. Nos gustan por que nos hacen creer, nos hacen soñar y tener esperanza. Gracias a ellos, a los 3 somos las princesas de Disney y nos vestimos con todo incluyendo las zapatillas de cristal, a los 7 podemos ser mamás expertas en cambio de pañales de bebés casi reales y a los 10 súper profesionistas con los kits “Mi Alegría”. Durante todo este tiempo, sabemos que eventualmente llegará nuestro príncipe azul a “salvarnos”. Con ello, llegan los 17 o veintitantos u treintas (ja! tambien me proyecte) mientras el susodicho no se ha dignado a aparecer y es ahí cuando comienza el problema.
Al vivir dentro de un mundo mediático formamos nuestros ideales con base en sus mensajes, retomamos los modelos a seguir en todos los aspectos y validamos nuestra vida a partir del éxito preestablecido por estas creencias. Si tomas en cuenta que buscamos al amor perfecto, el cuál hemos conocido y construido a partir de las relaciones que vemos en la tele, de lo que leemos en las revistas, te darás cuenta que no estás buscando a Juan Pérez sino a Hugh Grant protagonizando “Realmente Amor”.
El amor, también se define aquí, en el centro de lo ideal y alejado de lo real. Si realizamos una mirada cuidadosa de lo que buscamos en nuestra media naranja, veremos que muchas características, las hemos recopilado de las películas y de los libros y que con ello, nos alejamos de la realidad del amor, aquella dónde el “vivieron felices para siempre” implica conocer al hombre de tu vida despertándose una mañana de cruda o peleando con él por las compras del súper.
La invitación es esa, reconocer nuestros ideales, bajarlos al mundo terrenal, sacar a la princesa rosa y al príncipe azul para convertirlos en seres terrenales. Crear nuestra propia definición amorosa aislada de los estereotipos mediáticos. Este proceso nos liberará y dejará disfrutar más al hombre que no nos trae flores ni serenata pero nos da masajes en los pies cuando llegamos cansadas y nos deja ver nuestra película favorita.
o q mejor q mientras damos masajes les cantemos una rola de amor no??? jiji notece la proyeccion en mas de una ocacion, tal vez eres demasiada muejer para los hombres q te han tocado huhu tocado jaja ya encerio ps tu eres la de la experiencia no??? la paciencia apremia,
si soy la de la experiencia?, ja te quedaras con la recochina duda, de cualquier forma creeme lo que escribo no son palabras son estractos del alma, unas experiencias si vividas otras compartidas, otras sentidas y otras entendidas, y gracias mil gracias por eso de si soy mucha mujer quien sabe ojala y no y solo sea una simple y cualkier mortal mas en este mundo.
vaya proyeccion he, pero si uno no escribe para uno como escribir para alguien mas.
el amor es solo un sentimiento vago que siempre queremos encontrar, y en nuestra busqueda nos rebalamos, pero siempre nos levantamos, y cuando uno lo encuentre simplemente hay que vivirlo, en la cama, sobre de ella. o donde nos encuentre.
las mujeres buscan amor, y los hombres buscamos el sexo, pero nada esta aislado todo se relaciona.
las mujeres siempre seran mujeres, y aun que existan princesas, tambien son mujeres, lo que nunca hay que hacer es cambiar para tratar de agradarle a alguien mas.
lo de treinta y mas jejes, es solo la idea erronea que ustedes como mujeres se han creado, que si no me caso a los 30 me quedare a vestir santos pero no es asi, bueno desde mi punto de vista.
no somos dioses, menos demonios, simplemente somos mortales y el pecado es lo unico que realmente nos une.
ja, gracias por tu comentario muy a tu estilo, y proyeccion como diria la chimultrufia pus pa k digo k no si si, y si efectivamente hay k dejar de creer en los cuentos de hadas y aceptarnos como simple mortales, como mujeres dejar de pensar en el principe azul y kisas esa persona k esta a nuestro lado no es Brat Pitt y repite como sapo en la mesa pero jaja nos trata bien y respeta, nos kiere como somos, y eso de k las mujeres buscan amor puff hay k echarle ganitas para k entiendan k tambien puede haber sexo sin amor, al igual para los hombre k puede haber sexo con amor jaja bueno otra vez gracias y me voy las proyecciones estan duras.