Señor: he aquí a tu pueblo; bendícelo y perdónalo.
Por ti todos los bosques son bosques de laurel.
Quien destronó a la Gloria para suplirla, puede
juntar todos los siglos para exprimir el Bien.
Dónanos tu pujanza, resucita la Aurora
que encendiste en los Andes iluminando el mar.
Desnuda sobre el cielo los rayos de tu espada
y úngenos con los ínclitos áloes de tu bondad.
Si una fuerza envidiosa desordenara el trazo
con que impusiste aquí los senderos al Sol,
cincela con tu espada y funde con tu abrazo,
(Oh escultor desta América), el hondo corazón
de las veinte Repúblicas atentas a tu brazo
para mostrarle al mundo tu milagro de Amor.
En la América Española, el 7 de agosto de 1919, primer Centenario del triunfo de Boyacá
Carlos Pellicer, Colores en el mar y otros poemas, 1921