Había una vez en un bosque un árbol gigantesco. Tenía varias ramas con muchas hojas hermosas, era el más sano y majestuoso árbol en todo el bosque.Todos los demás árboles lo adoraban y él se volvió orgulloso. Cuando movía sus ramas decía «Yo soy el árbol más poderoso del mundo; hasta el dios del viento me teme».
Pronto todos los demás árboles comenzaron a murmurar acerca de estas palabras orgullosas y finalmente estos murmullos llegaron a los oídos del dios del viento.
Cuando el dios del viento supo que un árbol había desarrollado un gran orgullo y comenzado a alardear de que era más poderoso que él mismo, dijo «Debo cuidarme de ese árbol arrogante. Iré contra él con todas mis fuerzas mañana temprano, justo cuando los primeros rayos de sol lo toquen».
Los murmullos de los árboles llevaron rápidamente el mensaje al árbol gigante. Una vez que el árbol supo que el dios del viento lo atacaría a la mañana siguiente, entro en razón y se asustó terriblemente; se paso toda la noche toda la noche temblando de miedo, de manera que todas sus hojas se le cayeron, muchas de sus ramas se quebraron y por la mañana el árbol era la viva imágen de la miseria.
Cuando el dios del viento llegó soplando entre el bosque y vio al árbol, quedó sorprendido y le dijo: «¡Oh, árbol!, yo nunca intenté ponerte en ese estado, yo sólo habría llegado y sacudido algunas de tus ramas, ¿por qué hiciste eso? No había razón de que te pusieras en ésta trágica situación».
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