Al inicio de una relación de pareja el contacto físico facilita la adquisición de confianza, en todos los sentidos, es decir, podemos entregarnos de forma total, emocional y físicamente. Es el contacto físico lo que permite alcanzar un desarrollo emocional sano en la pareja. Cuando una relación inicia, los besos, las caricias, los abrazos, son piezas indispensables, buscamos estar con la pareja a cada momento, gracias al tacto reconocemos otro cuerpo, regalamos de forma constante caricias que nos acercan más y más a la persona que amamos creándose un vínculo amoroso. Si la relación logra pasar la etapa de la atracción física, y pasamos a la etapa de identificar los aspectos de concordancia, aquellas cosas que son del agrado mutuo, que podemos compartir, identificamos nuestros puntos comunes podemos iniciar una etapa diferente en la que crearemos un proyecto de vida común, es decir, los planes, las metas, los sueños que como pareja tenemos y que determinan el futuro quehacer de ambos, y todo esto lo rodeamos de la cercanía corporal, del contacto físico con el otro, de crear una complicidad en la que a veces tan sólo basta mirarnos para saber qué nos queremos decir.
Sin embargo, surge otra etapa que se identifica como lucha de poder, en esta etapa la pareja empieza a perder de vista las metas, los sueños, y el contacto físico, es una etapa en la que la pareja necesita de inteligencia para sortear los problemas, de no ser así terminarán separados, la lucha de poder es sinónimo de divorcio. Nuevamente el contacto físico es una herramienta muy poderosa para unir a la pareja, obviamente se requiere de la disposición de ambos integrantes, en esta etapa el acudir a terapia puede ser un elemento de recuperación importante.
Es muy fácil identificar a las parejas y las etapas por las que atraviesan, a través del contacto físico que tienen o que dejan de tener, el roce de las manos, la conversación, la intimidad de una caricia, la complicidad en la mirada, el intercambio de besos, los abrazos independientemente de la edad o de su condición social.
Las parejas necesitan de ese contacto físico para sobrevivir, a continuación mencionaré algunos enemigos de la pareja:
El silencio
El silencio también comunica, expresa enojo, resentimiento, rencor, frustración, por problemas que en su momento no se enfrentaron, se fueron guardando, en apariencia por no crear un conflicto más grande, ocultamos lo que sentimos, el problema es que el distanciamiento crece y obviamente el contacto físico se pierde.
La falta de tiempo
El quehacer diario, el tráfico, el estrés, provocan que las parejas no tengan tiempo para si mismos ni para compartir, de tal forma que los puntos de encuentro se extravían y el contacto físico se pierde.
Los celos
El desconfiar de la pareja, vigilarla, interrogarla crea un clima inadecuado a la relación, la confianza es un elemento básico en la pareja, que mantiene la cercanía y la intimidad.
La falta de intimidad
No es sinónimo de sexualidad, cuando hablo de intimidad me refiero a la espiritualidad de la pareja, a la complicidad de pensar en el otro, de los secretos que comparten, a las metas que inicialmente los unieron, cuando la intimidad se pierde, el contacto físico también.
La abstinencia sexual
Al no haber contacto físico, la sexualidad también se ve afectada, tu pareja no te atrae, no te apetece tener sexo, ya no hay la necesidad de estar con la pareja.
Ante todo revisar qué sucede con la pareja, si me interesa mantenerla o rescatarla, platicar, acerca de estos enemigos que han provocado malos entendidos, hacerlo sin reproches, con la confianza que la convivencia nos daba, hablar de las necesidades de cada uno, tratar de reencontrar los puntos comunes, asumir las responsabilidades que tenemos, y dar la oportunidad de reiniciar una nueva relación abierta en la que el contacto físico prevalezca.
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