El místico judío Baal Shem tenía una curiosa forma de orar a Dios. «Recuerda, Señor», solía decir, «que Tú tienes tanta necesidad de mí como yo de Ti. Si Tú no existieras, ¿a quién iba yo a orar? Y si yo no existiera, ¿quién iba a orarte a Ti?».

Me produjo una enorme alegría pensar que si yo no hubiera pecado, Dios no habría tenido ocasión de perdonar. También necesita mi pecado. Ciertamente, hay más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.
¡Oh, felíz culpa! ¡Oh, necesario pecado! Donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

You May Also Like

Las cosas no son lo que parecen

Un hombre viajaba tranquilamente en su coche. Sucedió que al entrar en…

El televisor

Mientras oraba antes de acostarse, un niño pidió con devoción: “Señor, esta…

Los dos halcones

Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó…

Yo estoy aquí por tí y tu por mí

Nasrudín, caminaba tranquilamente por el campo un día soleado. Mientras miraba el…