Un estudiante se quejaba en cierta ocasión ante Bankei.
– Maestro, tengo muy mal temperamento, ¿Cómo podría controlarlo?
– Tienes algo muy raro, -replicó Bankei. Déjame verlo.
– No puedo enseñarlo en este momento, -dijo el estudiante.
– ¿Cuándo podrás hacerlo?, -preguntó Bankei.
– Surge de improvisto.
– Entonces, -concluyó el maestro-, no debe ser tu propia naturaleza. Si lo fuera, podrías enseñármelo cuando quieras. No lo llevabas contigo cuando naciste, y tus padres no te lo dieron. Piensa en ello.
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