Viendo a un buey trabajar, una becerra que solo descansaba y comía, se condolió de la suerte de aquel y se alegró de la suya.

Pero llegó el día de una solemnidad religiosa, y mientras al buey se lo hacía a un lado, atraparon a la becerra para sacrificarla.

Al ver lo sucedido, el buey sonriendo dijo:

—Mira, becerra, ya sabes por qué tú no tenías que trabajar:

¡es que estabas reservada para el sacrificio!

Moraleja: No te ufanes de la ociosidad, pues nunca sabes qué mal trae oculto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

You May Also Like

una pekeña cita, acerca de la fragilidad masculina

“Despues de hacer el amor, la mujer mira con dulzura a su…

Asamblea en la carpintería

Hubo en la carpintería una extraña asamblea; las herramientas se reunieron para…

El gusano y el escarabajo

Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban…

Diógenes y las lentejas

Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo,…