En un pueblecito, en medio del bosque, vivían dos hermanos junto a su madre, se dedicaban a las tareas del campo, los dos trabajaban por igual en las tierras y ayudaban a su madre en los quehaceres y en los trabajos. Pero tenían un serio y grave problema cada vez que se disponían a cortar la leña para avivar el fuego que les haría más cálido el crudo invierno.
Cada uno de ellos tenía un hacha, pero cada hacha tenía un pequeño defecto. Una tenía la hoja muy afilada pero el mango era muy débil, esto hacía que al cortar la leña, el mango se quebrara y no pudiera seguir cortando. La otra, tenía un mango muy sólido, pero la hoja del hacha estaba con el filo muy desgastado, casi romo, mellado y no podía cortar casi nada…
Ninguno de los dos podía cortar la leña por el problema de sus respectivas hachas…
Esto les creaba, enfados, frustraciones y una mala convivencia entre ellos…
Un día la madre viendo el mal humor que esto les ocasionaba, les dijo:
– Hijos, me disgusta enormemente, veros siempre enojados… no quiero que peléis más, yo tengo la solución a vuestro problema. Mirad, os propongo que hagáis lo siguiente. Cogéis el mango sólido de una hacha y la hoja afilada de la otra… y de las dos hacéis una sola hacha. De esta manera podréis cortar toda la leña que necesitemos, si compartís el hacha y os turnáis para el trabajo.-
Los hijos comprendieron el mensaje de la madre, y así lo hicieron. Desde aquel momento… desde que compartieron el hacha, pudieron cortar sin problemas toda la leña necesaria para mitigar el frío del invierno.
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