Ocho de Marzo. Día Internacional de la Mujer. Una fecha que no podemos ni debemos olvidar. ¿Cómo hacerlo, si es el testimonio vivo de nuestra lucha, de nuestro esfuerzo, de nuestra voluntad por concretar nuestros sueños?. ¿Cómo ignorarlo, si es el puente que liga nuestro pasado con nuestro presente?. Un pasado que se fue gestando poco a poco, con el sudor y las lágrimas de millones de mujeres, que sabían que algún día encontrarían su lugar en este mundo, que aunque por mucho tiempo parecía de hombres, guardaba celosamente la mitad de su espacio para nosotras. Y aquí estamos. Fuertes, plenas, lúcidas, acomodándonos poco a poco en el lugar que nos corresponde, pero sin olvidar, para poder crecer.
Por eso hoy, como todos los años, tenemos que regresar las hojas del calendario al agonizante Siglo diecinueve, cuando en medio de un período de expansión y turbulencia, se hizo más fuerte la necesidad de celebrar un Día Internacional de la Mujer.
A partir de entonces, muchos han sido los momentos que han marcado acontecimientos únicos que nos han motivado a seguir adelante.
Recordemos aquel 28 de Febrero de 1909, cuando se celebró por primera vez en los Estados Unidos, el Día Nacional de la Mujer.
Remontémonos al año de 1910, cuando en Copenhague se proclamó el Día de la Mujer, con carácter internacional, como un homenaje al Movimiento que había nacido para luchar por nuestros derechos, y para ayudar a conseguir el sufragio femenino universal.
Un paso trascendente, si tomamos en cuenta que el 19 de Marzo del año siguiente, se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza. Fue un momento único en el que todas, desde su país de origen, exigieron el derecho al voto, a ocupar cargos públicos, a la formación profesional, y a la no discriminación laboral.
El Siglo 20 estuvo pleno de vivencias que hoy nos llevan irremediablemente a la reflexión. Sucesos terribles como el incendio de la fábrica Triangle en Nueva York, que provocó la muerte de más de 140 trabajadoras inmigrantes italianas y judías, y acontecimientos trascendentes como aquél histórico año de 1917, en que las mujeres rusas consiguieron finalmente el derecho al voto.
Ahora, el creciente movimiento internacional de la mujer, reforzado por las cuatro conferencias mundiales organizadas por las Naciones Unidas, nos llevan a reflexionar sobre los avances alcanzados, reconociendo asimismo los actos de valor y decisión de aquellas mujeres que han sabido dejar huella en la historia de sus derechos.
Hoy sabemos quiénes somos y a dónde vamos. Conocemos mejor nuestro pasado, y estamos decididas a encontrarnos con un futuro más pleno.
Sabemos cómo llegar. Sólo hay que seguir caminando sin perder el paso; escuchando siempre los latidos de nuestro corazón.
¡Rompamos el compás de espera!. ¡Es tiempo de despertar!.
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