No quedes hechizado o atrapado por aquello que te muestra tu propia divinidad interna. En cambio permanece en la pista, en el sendero hacia la divinidad. He sabido de dos hombres que una vez se perdieron en un bosque en una noche muy oscura. Era un bosque peligroso, lleno de animales salvajes, muy denso, rodeado de oscuridad.
Uno de los hombres era un filósofo y el otro un místico un hombre de duda y un hombre de fe. Súbitamente hubo una tormenta, el estallido de truenos y grandes relámpagos. En ese instante de los relámpagos, el filósofo miró al cielo y el místico miró el sendero. Te pierdes en un bosque más denso que el del cuento. La noche es más oscura. Algunas veces resplandece un relámpago. Mira el sendero. Un Chuang Tsé es un relámpago, un Buda es un relámpago. Yo soy un relámpago. No me mires, mira el sendero. Si me miras, ya has perdido… porque el relámpago sólo dura un segundo. Este segundo es raro, mientras que la eternidad penetra el tiempo; es tan sólo como el relámpago. Si miras al relámpago, si miras a un Buda y un Buda es hermoso, el rostro fascina, los ojos son magnéticos si miras a un Buda, has perdido el camino. Mira el camino… sigue el sendero. El Bote Vacío