Hace mucho tiempo un joven muchacho, deseoso de aprender nuevos conocimientos, acudió al viejo maestro con la esperanza de que lo tomase como discípulo. 

El viejo sabio tras escuchar las palabras del muchacho, decidió aceptarlo como alumno y enseñarle todos sus conocimientos.

-Muchacho, ven mañana al despuntar el alba y recibirás tu primera enseñanza-

 Y así lo hizo el muchacho. En cuanto el sol empezó a asomarse por el horizonte, el joven discípulo se presentó en la casa de su maestro.

 -Ven muchacho-, le dijo el joven sabio. 

-Tomemos una taza de té-

Puso delante del joven una taza  y empezó a servir el té. Sin embargo, en vez de pararse cuando la taza estaba llena, siguió virtiendo el líquido hasta que la tetera quedó completamente vacía. 

El muchacho se quedó sorprendido ante la situación que acaba de ver, pero por respeto a su maestro no quiso decirle nada.

-Por hoy ya hemos acabado-, le dijo el maestro.

 -Ya puedes volver a tu casa. Mañana te espero a la misma hora que canta el gallo-

 Al día siguiente el joven discípulo se presentó en casa de su maestro  con la ilusión de que ese día empezasen las enseñanzas. Sin embargo el viejo le sentó de nuevo a la mesa y le puso la taza de té delante llenándola hasta que la tetera quedó completamente vacía. Y así pasó un mes. 

Un día, el joven alumno reunió fuerzas y se animó a preguntarle al maestro cuándo empezarían las enseñanzas.

-Muchacho-, le dijo el sabio.

 -Hace un mes que empezamos con las lecciones-

-¿Cómo es posible?-, preguntó el joven. -Desde hace un mes lo único que hago es sentarme y ver como se derrama el té de la taza-

-Al igual que la taza, estás lleno de opiniones y especulaciones. ¿Cómo vas a aprender si no empiezas por vaciar tu taza?-, respondió el viejo sabio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

You May Also Like

El violín de paganini

Hubo un gran violinista llamado Paganini. Algunos decían que era una persona…

Todos somos elefantes

Alguna vez escuche (Jorge Bucay . déjame que te cuente)un recuerdo de…

Matar la creatividad

La creatividad, madre de la innovación, es una cualidad escasa que se…

Nasrudin y la tumba

Sucedió que el mulá Nasruddin entró en la oficina de un ce­…