La experiencia del niño obsesiona durante toda su vida a la gente inteligente. La quieren repetir: la misma inocencia, el mismo asombro, la misma belleza. Ahora es un eco lejano; parece como si la hubieses visto en un sueño.
Pero toda la religión nace de la cautivadora experiencia de la infancia, del asombro, de la verdad, de la belleza y de la hermosa danza de la vida en todas las cosas. Los cantos de los pájaros, los colores del arco iris, la fragancia de las flores, le recuerdan al niño, en lo más profundo de su ser, que ha perdido el paraíso.
Yo siempre he vivido momento a momento así que un momento es más que suficiente para mí. Veinticuatro horas es demasiado; un momento es suficiente».
El rey no podía comprenderlo. El monje le dijo: «Señor déjeme preguntarle algo: ¿puede usted vivir dos momentos simultáneamente?».

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