Comprende que lo que ves en otros es aquello que tú mismo llevas. Tus juicios son, en realidad, reflexiones sobre lo que es reprimido o rechazado dentro de ti. Dos monjes Zen estaban cruzando un río. Se encontraron con una joven y hermosa mujer que también deseaba cruzar, pero que tenía miedo. Entonces uno de los dos monjes la tomó sobre sus hombros y la llevó a la otra orilla. El otro monje estaba furioso. No dijo nada, pero hervía en su interior. ¡Esto estaba prohibido! Un monje budista no debe tocar a una mujer, y este monje no sólo la había tocado, la había llevado sobre sus hombros. Pasaron muchas millas. Cuando llegaron al monasterio, y estaban entrando, el furibundo monje se volvió al primero y dijo: `Mira, tendré que hablar con el Maestro sobre esto, tendré que informarlo. Está prohibido`. El primer monje dijo: `¿De qué hablas? ¿Qué está prohibido?` `¿Te has olvidado?`, preguntó el segundo. `Llevaste a esa joven y hermosa mujer sobre tus hombros`. El primer monje rió y dijo: `Sí, la llevé, pero la dejé en el río, millas atrás. ¿Tú la llevas todavía?`. Tu interior reprimido, rechazado, arrojado al sótano también sigue reflejándose en tus acciones. Incluso, a menudo cuando evitas algo, entonces también, en este evitar se muestra tu comprensión. La Disciplina de la Trascendencia
Vol. 4, p. 220

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