La vulnerabilidad Recuerda confiar que con un Maestro cualquier situación, en cualquier momento puede usarse para despertarte. No te protejas. Sé inseguro, sé vulnerable, entrégate y deposita tu confianza en tu Maestro. El Maestro japonés Ekido era muy severo y sus discípulos le tenían miedo. Un día un discípulo se hallaba dando la hora en el gong del templo. Repentinamente erró el golpe, al mirar a una hermosa muchacha que cruzaba las puertas del templo. El discípulo estaba perdido. Ya no estaba más allí. Se convirtió en deseo; con su mente comenzó a seguir a la muchacha, entró en un sueño… En ese momento el Maestro, que se hallaba de pie detrás de él, le golpeó la cabeza muy fuerte con el bastón, tan fuerte que cayó y murió. En Japón, una de las tradiciones más antiguas era que cuando un discípulo se acercaba a un Maestro, le decía: `Mi vida y mi muerte, ambas son tuyas. Si quieres matarme, puedes hacerlo`, luego lo firmaba, dándoselo por escrito. A pesar de esta tradición, la gente comenzó a condenar a Ekido. Sin embargo la tradición de Ekido se convirtió en una de las más significativas del Japón. Diez de sus discípulos alcanzaron la iluminación, un número poco frecuente. Y después que murió este discípulo, Ekido siguió como si nada hubiera ocurrido. Siempre que alguien le preguntaba sobre el discípulo, él reía. Nunca dijo que algo hubiera andado mal, o que sólo fue un accidente, reía. Debido a lo que ocurría en su interior, este discípulo logró algo. Su cuerpo cayó, pero dentro él se volvió alerta. El deseo desapareció, el sueño desapareció, todo cayó con su cuerpo, hecho pedazos. En ese estado de alerta murió. Y si tú puedes unir el estado de alerta y la muerte, te has iluminado. Ekido utilizó el momento de la muerte tan hermosamente, y el discípulo llegó. Era un gran artista, un gran Maestro. Fíjate en este relato y quizás pienses que el Maestro mató a su discípulo. No es eso lo que sucedió. El discípulo iba a morir de todos modos y el Maestro lo sabía. Esto no se dice en el relato. No puede decirse, pero es así como ocurrió. De no ser así, no era necesario que el Maestro estuviera de pie detrás del discípulo mientras golpeaba el gong, que era una cosa de todos los días, un simple ritual cotidiano… ¿no tenía Ekido nada más importante que hacer? En ese momento no había nada más importante: la muerte del discípulo debía ser utilizada. Pero éste es un secreto íntimo y yo no podría defender a Ekido ante una corte de justicia. Un Maestro mira profundamente dentro de ti; conoce el momento exacto de tu muerte. Y, si te has entregado, la muerte puede ser usada. Siempre que leo esta historia me pregunto porqué sólo diez discípulos alcanzaron la iluminación más tarde; este hombre podría haber iluminado a muchos. Los demás deben haberse protegido. Tu protección es tu pérdida. Cerca de un Maestro sé inseguro, porque él es tu seguridad. Exponte al peligro. Los Maestros sólo están interesados en iluminarte totalmente… pero se necesita una gran disposición. Se necesita madurez y entrega. Raíces y Alas

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